Jorge Beinstein América Latina en la dinámica de la guerra global



Todo al mismo tiempo: al promediar el mes de marzo de 2015 Estados Unidos acaba dedar un salto cualitativo de claro perfil belicista en sus acciones contra Venezuela, tambiéndesarrolla ejercicios militares en países limítrofes con Rusia en la llamada operación“Atlantic Resolve”, algunas de esas operaciones son realizadas a unos cien kilómetros deSan Petersburgoi, además se intensifican las informaciones acerca de una nueva ofensivadel gobierno de Kiev contra la región de Donbassii, aumenta la circulación de naves deguerra de la OTAN en el Mar Negro, continúan las viejas guerras imperiales en Irak yAfganistan a las que se agregó luego la ofensiva contra Siria (pasando por Libia)... y mucho más...

Evidentemente el Imperio está lanzado en una catastrófica fuga militar hacia adelanteextendiendo sus operaciones hacia todos los continentes, nos encontramos en plenaguerra global. Ni los grandes medios de comunicación, ni los más importantes dirigentesinternacionales han registrado públicamente el hecho, todos hablan como si viviéramos en tiempos de paz, solo en unos pocos casos aparecen algunos de ellos advirtiendo sobre el peligro de guerra mundial o regional. Una excepción reciente es la del Papa Francisco cuando afirmó que actualmente nos encontramos ante una “una tercera guerra mundial”
que él describe como desarrollándose “por partes” aunque sin señalar a los contendientes y haciendo vagas referencias a “la codicia” y a “intereses espurios” con el lenguaje entre confuso y jesuítico que lo caracterizaiii.

Cada mes agrega algún indicador anunciando la proximidad de una nueva recesión global mucho más fuerte y extendida que la de 2009. El capitalismo empezando por su polo imperialista se ha ido convirtiendo velozmente en un sistema de saqueo donde la reproducción de fuerzas productivas queda completamente subordinada a la lógica del parasitismo. Las elites imperiales y sus lumpenburguesías satélites “necesitan” superexplotar hasta el exterminio recursos naturales y mercados periféricos para
sostener las tasas de ganancia de su decadente sistema productivo-financiero. Las tendencias globales hacia la decadencia económica se expresan de múltiples maneras en el día a día entre ellas la volatilidad de los precios de las materias primas, por ejemplo el petróleo, llave maestra de la economía mundial, cuyo estancamiento extractivo (que no ha conseguido ser superado por el show mediático en torno del “milagroso” petróleo de esquisto) se combina con desaceleraciones de la demanda internacional
como ocurre actualmente sumadas a golpes especulativos y geopolíticos que convierten a los mercados en espacios inestables donde las maniobras de corto plazo imponen la incertidumbre.

El cortoplacismo especulativo hegemónico engendra paquetes tecnológicos depredadorescomo la minería a cielo abierto, la fractura hidráulica o la agricultura en base atransgénicos acompañados por operaciones políticas y comunicacionales que degradan,desarticulan sistemas sociales buscando convertirlos en espacios indefensos ante los saqueos.

El optimismo económico de la época del auge neoliberal ha dado paso al pesimismo del “estancamiento secular” pregonado ahora por los grandes expertos del sistemaiv. Ellosindican que la salvación del capitalismo no llegará desde la economía condenada a sufrir recesiones o crecimientos insignificantes, mejor no hablar demasiado de esos tristestemas. Entonces la guerra asciende al primer plano, las acciones militares ocupan elcentro del terreno, cada día nos ofrece alguna batalla, alguna masacre protagonizada portropas regulares o mercenarios, algún bombardeo, alguna amenaza de ataque en Europadel Este, Asia, África o América Latina. Los medios de comunicación nos apabullan con
esas noticias sin embargo nadie habla de guerra global.

Todo ocurre como si la dinámica de la guerra se hubiera autonomizado pero empleandoun discurso embrollado, difícil de entender. Pero así como los superpoderes de loshombres de negocios de los años 1990 no eran independientes sino compartidos alinterior de una compleja trama de poderes (políticos, mediáticos, militares,etc.) que entérminos generales suele denominarse como “clase dominante” también la aparenteautonomía de lo militar nos dificulta ver a las redes mafiosas de intereses donde sedesdibujan las fronteras entre sus componentes. Las elites de la era neoliberal hansufrido cambios decisivos, han experimentado mutaciones que las han convertido enclases completamente degeneradas que cada vez más solo pueden acudir a la fuerzabruta, a la lógica de la guerra. No se trata entonces que la componente militar seautonomiza sino más bien que las elites imperialistas se militarizan, ya no seducen conofertas de consumo más alugunas dosis de violencia, ahora solo propagan el miedo,amenazan con sus armas o las utilizan.

Progresismos latinoamericanos

Dentro de ese contexto global debemos evaluar a los progresismos latinoamericanosv quese instalaron sobre la base de las crisis de gobernabilidad de los regímenes neoliberales.Los buenos precios internacionales de las materias primas durante la década pasadasumado a políticas de contención social de los pobres les permitieron recomponer lagobernabilidad de los sistemas existentes. En algunos de esos casos se desarrollaronampliaciones o renovaciones de las elites capitalistas y en casi todos ellos prosperaronlas clases medias. Los gobiernos progresistas se ilusionaron suponiendo que las mejoras
económicas les permitirían ganar políticamente a dichos sectores pero como eraprevisible ocurrió lo contrario, las capas medias se derechizaban mientras ascendían,miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios másreaccionarios de sus burguesías. La explicación es sencilla, en la medida en que son preservados (y aún fortalecidos) los fundamentos del sistema y en que sus núcleos
decisivos radicalizan su elitismo depredador siguiendo la ruta trazada por los Estados
Unidos (y “Occidente” en general) se produce un encadenamiento de subculturasneofascistas que va desde arriba hacia abajo, desde el centro hacia las burguesíasperiféricas y desde estas hacia sus capas medias. En Venezuela, Brasil o Argentina lasclases medias mejoraban su nivel de vida y al mismo tiempo volcaban sus votos hacia los candidatos de la derecha vieja o renovada.

Se estableció un forcejeo interminable entre gobiernos progresistas que hacíangobernables a los capitalismos locales y derechas salvajes ansiosas por realizar grandesrobos y aplastar a los pobres. El progresismo confrontando políticamente con esa derechacalificada de “irresponsable”, cuyos fundamentos económicos respetaba, chantajeaba a quienes desde la izquierda criticaban su sometimiento a las reglas de juego del capitalismo utilizando al cuco reaccionario (“nosotros o la bestia”), acusándolos de hacerleel juego a la derecha. En realidad el progresismo es un gran juego favorable al sistema y
en última instancia a la derecha siempre en condiciones de retornar al gobierno gracias ala moderación, a la “astucia” aparentemente estúpida de los progresistas que a vecesconsiguen cooptar izquierdas claudicantes cuya obsesión por “no hacerle el juego a laderecha” (y de paso integrarse al sistema) es completamente funcional a la reproducción del país burgués y en consecuencia a esa detestable derecha.

Ahora el juego se va agotando, los progresismos gobernantes con distintos ritmos yvariados discursos acosados por el enfriamiento económico global y por el crecienteintervencionismo de los Estados Unidos van perdiendo espacio político, en varios casossus dificultades fiscales los empujan a ajustar gastos públicos (y de ninguna manera areducir las súper ganancias de los grupos económicos más concentrados), a aceptar lasdevastaciones de la megaminería o a adoptar medidas que facilitan la concentración deingresos. En Brasil el segundo gobierno de Dilma puso a un neoliberal puro y duro al
comando de la política económica, acorralado por una derecha ascendente, unaeconomía oscilando entre el estancamiento y la recesión y una intervenciónnorteamericana cada vez más activa. En Uruguay el nuevo gobierno de Tabaré Vazquezmuestra un rostro claramente conservador y en Chile la presidencia Bachelet no necesitacorrerse demasiado a la derecha, luego de su demagogia rosada electoral se afirma comocontinuidad del gobierno anterior y en consecuencia, pasada la confusión inicial, heredará
también la hostilidad de importantes franjas de izquierda y de los movimientos sociales.

En Argentina el núcleo duro agro-minero exportador-financiero y los grupos industrialesexportadores más concentrados son más prósperos que nunca mientras la ingerencianorteamericana se amplifica conduciendo el juego de títeres políticos hacia una rupturaultraderechista. En Venezuela la eterna transición hacia un socialismo que nunca terminade llegar no ha conseguido superar al capitalismo aunque caotiza su funcionamientoforjando de ese modo el escenario de una gran tragedia. Por el momento solo Boliviaparece salvarse de la avalancha, afirmándose en la mayor mutación social de su historiamoderna sin superar los marcos del subdesarrollo capitalista pero recomponiendolointegrando a las masas sumergidas, multiplicando por mil lo que había hecho el peronismo en Argentina entre 1945 y 1955 (de todos modos ello no la libera del cambio de contexto regional-global).

En América Latina asistimos a un proceso de crisis muy profundo donde convergenprogresismos declinantes con neoliberalismos integralmente degradados como enColombia o México conformando un panorama común de perdida de legitimidad del poderpolítico, avances de grupos económicos saqueadores y activismo imperialista cada vezmás fuerte.A este panorama sombrío es necesario incorporar elementos esperanzadores sin loscuales no podríamos empezar a entender lo que está ocurriendo. Por debajo de lasjugarretas políticas, los negocios rápidos y las histerias fascistas aparecen las protestaspopulares multitudinarias, la persistencia de izquierdas no cooptadas por el sistema (más
allá de sus perfiles más o menos moderados o radicales), la presencia de insurgencias
incipientes o poderosas (como en Colombia).

Ni los cantos de sirena progresistas ni la represión neoliberal han podido hacerdesaparecer o marginalizar completamente a esos fantasmas. Realidad latinoamericanaque preocupa a los estrategas del Imperio que temen que lo que ellos consideran comosu inevitable arremetida contra la región pueda desatar el infierno de la insurgenciacontinental, en ese caso el paraíso de los grandes negocios podría convertirse en untembladeral donde se hundiría el conjunto del sistema.

Geopolítica del Imperio, integraciones y colonizaciones

La estrategia de los Estados Unidos aparece articulada en torno de tres grandes ejes; eltransatlantico y el transpacífico apuntando en una gigantesco juego de pinzas contra laconvergencia ruso-china centro motor de la integración euroasática. Y luego ellatinoamericano destinado a la recolonización de la región.Los Estados Unidos intentan convertir a la masa continental asiática y su ampliación rusoeuropea
en un espacio desarticulado, con grandes zonas caóticas, objeto de saqueo y superexplotación.

Los recursos naturales pero también laborales de esos territorios conforman su centroprincipal de atención, en la elipse estratégica que cubre el Golfo Pérsico y la Cuenca delMar Caspio extendiéndose hacia Rusia se encuentra el 80 % de las reservas globales degas y el 60 % de las de petróleo y en China habitan algo más de 230 millones de obrerosndustriales (aproximadamente un tercio del total mundial).

América Latina aparece como el patio trasero a recolonizar, allí se encuentran por ejemplolas reservas petroleras de Venezuela (las primeras del mundo, 20 % del total global),cerca del 80 % de las reservas mundiales de litio (en un triángulo territorial extendido porel norte de Chile y Argentina y el sur de Bolivia) imprescindible en la futura industria delautomóvil eléctrico, la reservas de gas y petróleo de esquisto del sur argentino, lasfabulosas reservas de agua dulce del acuífero guaraní entre Brasil, Paraguay y Argentina.

Una de las ofensivas fuertes del Imperio en la década pasada fue la tentativa deconformación del ALCA, zona de libre comercio e inversiones que significaba la anexióneconómica de la región por parte de los Estados Unidos. El proyecto fracasó, el ascensodel progresismo latinoamericano sumado a la emergencia de potencias no occidentales,sobre todo China y al empantanamiento estadounidense en su guerra asiática fueronfactores decisivos que en distinta medida debilitaron la arremetida imperial.

Pero a partir de la llegada de Obama a la presidencia los Estados Unidos desataron unaofensiva flexible de reconquista de América Latina: se puso en marcha una complejamezcla de presiones, negociaciones, desestabilizaciones y golpes de estado. Los golpesblandos exitosos en Honduras y Paraguay, las tentativas de desestabilización en Ecuador,Argentina, Brasil y sobre todo en Venezuela (donde se va perfilando una intervenciónmilitar), pero también la tentativa en curso de extinción negociada de la guerrillacolombiana y la domesticación de Cuba forman parte de esa estrategia de recolonización.

La misma es implementada a través de una sucesión de tanteos suaves y duros tendientea desarticular las resistencias estatales y los procesos de integración regional (Unasur,Celac, Alba) y extraregionales periféricos (BRICS, acuerdos con China y Rusia, etc.) perotambién a bloquear, corromper o disolver las resistencias sociales y las alternativaspolíticas más avanzadas en curso o potenciales. Intentando llevar adelante una dinámicade desarticulación pero buscando evitar que la misma genere rebeliones propagándose como un reguero de pólvora en una región actualmente muy interrelacionada.

Saben muy bien que en muchos países de la región el remplazo de gobiernos”progresistas” por otros abiertamente proimperialistas significa el encumbramiento decamarillas enloquecidas que a corto plazo causarían situaciones de caos que podríandesatar insurgencias peligrosas. Algunos estrategas del Imperio creen poder neutralizarese peligro con el propio caos, desarrollando “guerras de cuarta generación” instalandodistintas formas de violencia social desestructurante combinadas con destruccionesmediatico-culturales y represiones selectivas, en ese sentido el modelo mexicano es para
ellos (por ahora) un paradigma interesante.

Por ejemplo temen que un escenario de caos fascista en Venezuela derive en una guerrapopular que les obligaría a intervenir directamente en un conflicto prolongado que sumadoa sus guerras asiáticas lo conduciría a una sobre extensión estratégica ingobernable. Espor ello que consideran imprescindible obtener el apaciguamiento de la guerrillacolombiana potencial aliada estratégica de una posible resistencia popular venezolana.

El panorama es completado con el proceso de integración colonial de los países de lallamada Alianza del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). A ello se suman lostratados de libre comercio de manera individual con países de América Central y otroscomo Chile o Colombia y el viejo tratado entre Estados Unidos, Canadá y México.Integración colonial y desarticulación, manipulación del caos y fortalecimiento de polosrepresivos, Capriles más Peña Nieto, Ollanta Humala más Santos más bandas narcomafiosas...todo ello dentro de un contexto global de decadencia sistémica donde el viejo
orden unipolar declina sin ser remplazado por un nuevo orden multipolar. Tentativa de decontrol imperialista de América Latina sumergida en el desorden del capitalismo mundial.El cerebro del imperio no logra superar los achaques de su cuerpo envejecido y enfermo,los delirios se reproducen, las fugas hacia adelante se multiplican, evidentemente nosencontramos en un momento histórico decisivo.

Finian Cunningham, "NATO’s Shadow of Nazi Operation Barbarossa", Strategic Culture Foundation,
13.03.2015
ii Colonel Cassad, "Ukraine: Reprise de la guerre au printemps?", http://lesakerfrancophone.net/ le 13 mars
2015
iii "El papa Francisco advirtió que vivimos una tercera guerra mundial combatida 'por partes' ",
http://www.lanacion.com.ar, 13 de septiembre de 2014
iv Laurence H Summers, "Reflections on the ‘New Secular Stagnation Hypothesis’" y Robert J Gordon, "The
turtle’s progress: Secular stagnation meets the headwinds" en "Secular Stagnation: Facts, Causes, and
Cures", CEPR Press, 2014.
v Utilizo el termino “progresista” en el sentido más amplio, desde gobiernos que se proclaman socialistas o
prosocialistas como en Venezuela o Bolivia hasta otros de corte neoliberal-progresista como los de
Uruguay o Brasil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario