MENSAJE DEL NOVENO CÍRCULO SAGRADO DE ABUELAS Y ABUELOS SABIOS DEL PLANETA A LA HUMANIDAD


Reunidos abuelas y abuelos de todo el planeta en el centro ceremonial y ancestral Iximche, en Tecpán, Chimaltenango, Guatemala, desde el 19 al 21 de septiembre de 2014, día gobernado por el Nawal Waqib’ Kawoq (según el calendario sagrado maya, o cholq’ij)[1], les compartimos el siguiente mensaje, que nace de nuestros corazones y se une a todos los llamados y convocatorias de meditación, ceremonias y acción planetaria por la paz, la sanación de la Madre Tierra y sus habitantes:

En este día 21 de septiembre, los pueblos y originarios del planeta celebran el equinoccio de otoño (o primavera, dependiendo del hemisferio). En este mismo día, distintas iniciativas colectivas de los pueblos están convocando a sesiones de meditación global, a realizar acciones para proteger la Madre Tierra. En este círculo planetario, vemos que, sin el amor y la sabiduría, no podemos avanzar, no podemos hacer florecer a la Tierra, no podemos hacer germinar medicinas sanas. Primero, tenemos que depositar el alimento sagrado, el alimento espiritual. Nosotros somos un complemento de todas estos elementos y nos olvidamos de dónde estamos. A veces, nos olvidamos de pequeños detalles que pueden ser una causa de un tropiezo y destrucción masiva. Debemos ser muy visionarios. Tenemos que seguir sembrando, tenemos que seguir construyendo vida en comunidad.

La vida en comunidad depende grandemente de hasta qué punto la comunidad pueda hablarse y reconocerse en su propio idioma, así como de qué manera se ponen en práctica las reformas necesarias para garantizar la educación bilingüe intercultural. Otro aspecto primordial en el tejido de raíz de la vida comunitaria es el respeto y reconocimiento por la tierra que es de carácter colectivo. El derecho debe ser capaz de reconocer jurídicamente la existencia de derechos colectivos sobre territorios, especialmente de todos aquellos que son de propiedad colectiva.

La Pachamama, o Madre Tierra, no tiene más tiempo; estamos al límite. Los daños son irreversibles: el fenómeno del cambio climático que provoca el deshielo de los polos, inundaciones y sequías; el modelo económico neoliberal extractivista de petróleo, minerales, metales, de la sangre y la carne y los huesos de la Madre Tierra; la contaminación de los elementos sagrados, la tierra, el agua, el aire, que ya nos ha contaminado a nosotros mismos; el uso de agroquímicos; la manipulación transgénica de semillas y seres animales; el registro de patente de semillas nativas a nombre de empresas nacionales o transnacionales; los vertidos radioactivos de centrales nucleares como Chernobil o Fukushima… son demasiados frentes abiertos, son demasiados daños, son demasiadas irresponsabilidades. Esto debe parar.

En esto, cada quien tiene su responsabilidad. Las empresas deben buscar la forma de invertir en otras formas de producción coherentes con la protección ambiental. Los estados deben garantizar que se invierte en energías limpias y que se hacen campañas de conciencia para la transformación de los malos hábitos que destruyen la vida. La humanidad debe desaprender la cultura del consumismo y despertar, permanecer atenta y alerta para realizar un mínimo consumo que, además, sea responsable.

Recuperar nuestra conexión con la Madre Tierra significa primero desaprender, para luego aprender de lo que fue, es y será el camino ancestral del Sumak Kawsay, o el Utz’laj K’aslemal, el Buen Vivir y el equilibrio y armonía que nuestras ancestras y ancestros han guardado y conservado durante milenios. En ese sentido,

  • Hacemos un llamado URGENTE a los gobiernos e instituciones para sanear y salvar a Nuestra Madre Tierra. A los países industrializados, a evitar la contaminación por el dióxido de carbono, reduciendo sus emisiones y contrarrestar el efecto invernadero que causa el Cambio Climático y el Calentamiento global.
  • Si la idea es que el descontrol planetario está provocado por la búsqueda deshonesta del placer a través del consumismo, justificado por la libertad que pregona la cultura occidental como arma de manipulación de los poderosos para luego detener este deterioro de la vida, hay que impulsar la responsabilidad como primer valor y luego la libertad. En este sentido,  se deberá revisar los postulados de la cultura occidental empezando por una revisión del consumismo humano retomando los valores naturales que el mismo ser humano practicó durante muchos años. Es así entonces que se deben tomar los valores ancestrales para defender la madre naturaleza. 
  • Compartimos el conocimiento de los Guardianes de la Madre Tierra y que se expresan y conciencian a la humanidad con los siguientes postulados:
    • Hacemos un llamado a nuestros hermanos y hermanas indígenas y no indígenas, para cumplir con nuestras responsabilidades heredadas por nuestros ancestros, para asegurar una Madre Tierra sana, para las generaciones presentes y futuras. Podemos aprender cómo convivir con la Madre Tierra porque somos sus hijos, somos personas espirituales con mucha fortaleza. Nuestra gran familia incluye a nuestra Madre Tierra, a nuestro Padre Sol, a nuestros hermanos y hermanas y a la fauna y flora.  Por lo anterior nuestra responsabilidad entregada por nuestro Creador y Formadora es hablar por las plantas, los animales, por nuestros ríos, lagos y mares, el resto de la creación y por el futuro de nuestra descendencia. Nos comprometemos a llevar nuestras prácticas tradicionales ambientales basadas en los estándares consistentes con las leyes naturales para beneficio de las generaciones futuras.
    • Desarrollar capacidades de reciclaje para el plástico, papel, vidrio y metales en nuestras comunidades.
    • Ejercer las formas tradicionales de cultivo, nuestra agricultura ancestral.
    • Detener la deforestación, plantando más árboles para limpiar el aire y agua, a nivel regional, nacional y planetario.
    • Vivir la espiritualidad en ceremonia y ofrenda, en agradecimiento a la Madre Tierra. Después, promover y organizar eventos, reuniones y conferencias para la protección de estos elementos sagrados: aire, agua, tierra, fuego.
    • Expresar apoyo total para nuestras organizaciones y asociaciones indígenas y no indígenas que están dedicadas a la protección y sustentabilidad del agua, como un elemento de vida y como parte de la identidad, espiritualidad, cultura y nacionalidad indígena y no indígena.
    • Hacer uso y ejercicio de nuestra libre determinación para gestionar conscientemente nuestras tierras y territorios ante cualquier acción que pueda afectarlos. Y esto, comienza por la recuperación de nuestra soberanía sobre los lugares sagrados que hemos identificado y cuidado durante milenios.
    • Nuestros pueblos milenarios han creado formas ceremoniales que nos conectan con la experiencia del mundo, y es vital que se incluya en toda actividad esa apertura ceremonial, conexión y comunicación espiritual con el mundo que nos rodea y del cual somos parte.

Nuestra identidad espiritual como hijas e hijos de la Madre Tierra depende de todo esto, profunda y esencialmente. Cada una, cada uno de nosotros está llamado a esta misión. No estamos aquí para nada menos que esto. Es nuestra misión y responsabilidad como hijas e hijos. Es Ahora.

Iximche’, Tecpán, Chimaltenango, Waqib’ Kawoq
21 de septiembre de 2014



[1] El nawal es la energía que rige o gobierna un día. Waqib’ es el número o intensidad de energía. Kawoq es uno de los 20 nawales con los que se lleva la cuenta del calendario sagrado. Es la energía de la mujer, está representada por la tortuga, es el poder la palabra, la tormenta. 

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