Canadá:Entrevista a Todd Gordon, académico canadiense y autor del libro "Canadá Imperialista" Deconstruyendo el “mito” canadiense



Fernanda Sánchez Jaramillo
Rebelión


FSJ: El imperialismo y el capitalismo canadiense maduró significativamente en diferentes formas durante las últimas dos décadas. ¿Podría mencionar las más importantes? 

 TG: El más grande es el crecimiento de su internacionalización. Ha habido un mito en la “izquierda” canadiense (y en otras partes en la sociedad canadiense) de que Canadá no tiene su propio capitalismo, de que es económicamente dominado por Inglaterra y por Estados Unidos.

 Algunos escritores han usado el lenguaje de la dependencia para describir a Canadá –agregando el adjetivo “rica” dependencia. Esto es profundamente engañoso, superficial y un mal análisis que nunca explicó la dinámica del capitalismo canadiense y el rol internacional de los capitalistas canadienses. 

 Hubo gente que en los años 70´s y 80´s retó esto pero ellos estaban nadando contra la corriente. Ese análisis de la “rica” dependencia no es contundente y eso se hizo evidente, especialmente, en la mitad de los 90´s. Las corporaciones canadienses son una red de inversionistas internacionales, con una importante presencia en todo el mundo, especialmente Latinoamérica.

 Estas tienen la orientación más agresiva hacia la inversión extranjera, en términos relativos y absolutos, (medido con respecto al producto interno bruto). La minería canadiense domina la industria globalmente, con casi dos tercios de toda las compañías mineras con base en Canadá. 

 Uno de los más grandes fabricantes de medias y camisetas (Gildan) es canadiense, cinco de los bancos más grandes de Norteamérica son canadienses; tres de ellos, Scotia, RBC and CIBC, juegan un importante rol en el Caribe y otros países latinoamericanos. 

 FSJ: Canadá es ahora más visible en la política internacional y juega un rol más activo. ¿Le ayudaron los medios corporativos a mantener ese bajo perfil mientras el país extendía sus tentáculos alrededor del mundo, especialmente en Latinoamérica?

 TG: Con muy pocas excepciones, los medios canadienses ofrecieron muy poco cubrimiento de lo que las compañías canadienses han hecho en el exterior; excepto por celebrar su éxito pero no proporcionaron un análisis significativo de derechos humanos y abusos ecológicos cometidos por estas compañías.

 Tampoco acerca de cómo las políticas de seguridad y relaciones internacionales están ligadas a la internacionalización del capital canadiense. Esto las convierte, como a muchos medios en el mundo, en medios corporativos, que buscan la ganancia y están vinculados a otros capitalistas a través de la propiedad “cruzada”. Además, con directores no interesados en retar el dominio del poder capitalista en nuestras vidas. 

FSJ: Canadá ha dado muestras de su imperialismo a través de los tratados de libre comercio, que incluyen la inversión pero también a través de las ONG´s en los mismos países cuyos recursos se está llevando. ¿Qué piensa usted de las ONG´s y la “ayuda para el desarrollo” como extensión del imperialismo canadiense?

 TG: Existe una larga historia pero en los años más recientes, hemos visto una más agresiva orietanción por parte e las ONG´s para ligar su trabajo en apoyo de las compañías mineras canadienses. Tratan de comprar comunidades en el Sur Global que no quieren mineras canadienses a su alrededor. Estas comunidades saben que estas inversiones llevan al abuso de los derechos humanos, la destrucción del medio ambiente, incrementa la iniquidad y no mejora los estándares de vida, al contrario, los empeora. Esta es la conclusión de las investigaciones acerca del impacto de la minería canadiense en el Sur Global. 

Entonces, siendo un estado imperialista, Canadá no desalienta a las compañías en su afán de conseguir los proyectos de inversion; el Estado proporciona fondos a las ONG´s que intentan comprar a las comunidades locales con clínicas médicas o programas de agua potable, las cuales no compensan por los daños a largo plazo de las compañías canadienses.

FSJ: ¿Por qué los académicos canadienses son reacios a aceptar que Canadá es un imperio en sí mismo, no inocente en lugar de pretender que Estados Unidos está detrás de ellos?

 TG: Creo que hay algunas razones. El sistema universitario canadiense, en general, no capacita a la gente para pensar críticamente, para mirar estructuras sistémicas de iniquidad o para confrontar el poder. 

 Las ciencias sociales fueron históricamente diseñadas, y aún lo son, para reproducir el poder y el privilegio desarrollando teorías- a veces elaboradas, pero casi siempre crudas y simplistas, justificando la naturalización de la iniquidad con base en la clase, la etnia, el género o la región. Para alterar el sistema educativo -y hacerlo más crítico y retar el poder y la dominación- sería esencial reemplazarlo.

 Hay algo importante que señalar con el crecimiento de la internacionalización del capital canadiense: la destinación de fondos para programas universitarios y centros de investigación. Esto en relaciones internacionales, negocios e ingeniería.

FSJ: Canadá trabajó muy duro para presentar una linda fachada en el sistema internacional. ¿Qué herramientas le ayudaron al país a lograr este objetivo y qué herramientas se pueden usar para exponer su verdadero “rostro”?

 TG: Parte del mito “Canadá el bueno” está fundamentado en el hecho de que somos vecinos de un super poder, el cual obviamente lidera y y es la cara global del imperialismo. Entonces, Estados Unidos recibe mucha atención en el mundo y en Canadá; como resultado, Canadá puede ser fácilmente presentado como no imperialista. 

 Pero también creo que generaciones de propaganda en el sistema educativo y los medios: mentiras acerca de Canadá “progresista”, internacionalista y mantenedor de la paz cuando en realidad manteniendo la paz no fue nunca progresista, sino siempre una postura ligada a intereses geopolíticos de la Guerra Fría. Canadá siempre ha encontrado una forma particular de apoyar directa o indirectamente el imperialismo global. Eso es algo que a la gente no le han enseñado.

 Yo creo que es importante construir la solidaridad con las luchas en contra de los predadores corporativos canadienses, en Canadá (los indígenas contra los oleoductos o los trabajadores contra las corporaciones que atacan su sustento) y, afuera. Estas luchas son la lecciones acerca del rol real de Canadá y las corporaciones canadienses juegan en el mundo. Ellos crearon esa mentira que reclama que Canadá es de alguna manera diferente a otros poderes capitalistas, pero hay que recordar que la gente está luchando y es posible ganar. 

FSJ: ¿Hay algo en la “cultura” canadiense o es manipulación política lo que convierte a los canadienses en “salvadores del mundo”, especialmente en países con poblaciones “racializadas” pero que impide que ellos frenen su propio gobierno e imperialismo? 

TG: No estoy seguro de que haya algo específico canadiense en eso. El imperialismo siempre se promueve con esa ética “civilizador” y a nosotros nos dicen que Canadá, hace bien en el mundo, que su política internacional es diseñada para mejorar la vida de la gente. Eso no es imposible de ver pero, como dijimos, los medios y el sistema educativo están diseñados para impedir ver esa realidad. Por eso, los canadienses apoyan la ayuda internacional y programas que se suponen mejoran la vida de los demás. Creo que hay un componente, aunque sea embrionario, que es progresista pero es abusado y manipulado. 

 Las corporaciones canadienses dañan la vida en el exterior y también en Canadá. Creo que si se les da la oportunidad los canadienses concluirían eso también acerca del poder internacional canadiense.

FSJ: ¿Además, del imperialismo canadiense académico, cultural y económico, qué otras formas de imperialismo ejerce Canadá?

 TG: Le agregaría al imperialismo económico, que el imperialismo ecológico es determinante en las relaciones de Canadá con el Sur Global. Es decir, la transferencia de riqueza de las compañías canadienses asociada con la destrucción causada por proyectos mineros a larga escala. La explotación de los países, sus recursos, la degradación ecológica que hace más pobres a los países explotados y a los capitalistas canadienses más ricos.  

Fernanda Sánchez Jaramillo, periodista, magíster en relaciones internacionales y sindicalista

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