Asamblea Mundial de la Red CADTMAlgunos elementos sobre la situación de la región árabe en 2013


 13 de junio  por Attac/Cadtm Maroc 

Asamblea mundial de la Red CADTM 
Rabat, 20-21-22 de mayo de 2013

Las revoluciones y levantamientos populares en la región árabe, en todas partes tuvieron causas similares, tanto políticas, económicas como sociales. Los pueblos de la región, víctimas de regímenes despóticos y predadores que hacían caso omiso de las libertades públicas, saqueaban las riquezas y denigraban los derechos económicos y sociales, se han levantado en una ola que partió de Túnez y de Egipto et que ha ganado prácticamente todos los países de la región árabe, desde Marruecos hasta Yemen y Bahrein, pasando por Libia.

La caída de Ben Ali y de Mubarak dio un impulso considerable a los levantamientos en toda la región, incitando las aspiraciones a la dignidad, democracia y justicia social, pero los nuevos regímenes en Túnez, Egipto, Libia y Yemen no han marcado una ruptura en relación al modelo económico anterior e intentan recuperar estas reivindicaciones para instalarlas en un modelo de integrismo islámico que socave la democracia y retome los mismos dogmas liberales preconizados por las instituciones financieras internacionales.

Estos últimos han desempeñado, y siguen aún desempeñando un papel principal en las grandes decisiones estratégicas y los programas de ajuste estructural que han acentuado el subdesarrollo económico y social y la dependencia de los países de la región. Se trataba de desregular la economía, reducir la intervención del Estado y su función social, fomentar la inversión privada, liberar el comercio, privatizar las empresas públicas y los servicios públicos, incrementar el endeudamiento. La región Medio Oriente Y África del Norte (MENA) se ha distinguido por el carácter agudo de su crisis de desarrollo. Su tasa de crecimiento anual medio del PIB en 2000-2008 que era del 4,7%, era muy inferior al de todas las regiones del tercer mundo. Batía también cifras récord en términos de pobreza, precariedad, desempleo y desigualdad.

Después de las revoluciones en Túnez y Egipto, los IFI, el G8 y el G20 echaron la responsabilidad sobre los regímenes no democráticos que no supieron resolver los problemas sociales y anuncian su voluntad de conceder ayudas para conducir reformas en beneficio de los pueblos y la estabilidad de las economías. Los EE.UU. han firmado un acuerdo de “cooperación económica y social” con Túnez (septiembre 2011), y favorecen la firma de un acuerdo de libre cambio con Egipto. La UE inició negociaciones en vista de un acuerdo de libre cambio amplio y global con Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez (diciembre 2011) y da el estatuto de interlocutor privilegiado a Túnez (noviembre 2012) después de Marruecos e Israel. El Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial siguen insistiendo sobre la pertinencia de opciones neoliberales “que no fueron bien aplicadas por los regímenes venidos a menos y corrompidos”, y sobre la necesidad de reformas en favor del capital privado: incitar las inversiones privadas (menos control, menos impuestos…), ampliar la liberalización a los sectores financieros y de servicios, generalizar la competencia, flexibilizar ele trabajo, etc. En contraparte de estas reformas, las dos instituciones concederán nuevos préstamos en el marco de “préstamos de política de desarrollo”. Inmediatamente después de los levantamientos populares de 2011 que expulsaron a Hosni Moubarak del poder, la deuda pública externa de Egipto se elevaba a 35 mil millones de dólares. Zine el Abidine Ben Ali dejó una deuda de 15 mil millones de dólares al pueblo tunecino. Y han continuado en la misma trayectoria. El FMI concedió a Egipto un préstamo de 4,5 mil millones de dólares y a Túnez 1,7 mil millones de dólares a título de prevención.

Las grandes potencias y las instituciones económicas mundiales coordinan sus esfuerzos para paralizar en realidad el proceso revolucionario y garantizar sus intereses neocolonialistas de dominación política y saqueo de las riquezas así como de los sectores financieros y de las multinacionales. Multiplican sus ayudas a los regímenes islamistas a cargo que han manifestado su voluntad de asegurar estas tareas y no dejarán de conducir sus pueblos hacia un nuevo despotismo y oscurantismo si les dan la posibilidad. El poder de los Hermanos Musulmanes, en Egipto, así como el de Ennahda en Túnez intenta instaurar su « moral islámica » que acentuará la opresión de las mujeres, fomentará el discurso de odio contra toda oposición crítica y facilitará la restricción de libertades justificando las decisiones con referencias a la religión, a la vez que permanece en el seno del G8 y otras instancias financieras internacionales. Los poderes reaccionarios regionales, Arabia Saudita y Qatar a la cabeza, guardan su papel de principales proveedores de fondos de los movimientos islamistas y de relevo regional del imperialismo. Es así que el enemigo islamista creado completamente para justificar la intervención en Irak y en Afganistán, vuelve a ser nuevamente frecuentable para permitir la perpetuación de la dominación neocolonial.

En Argelia, las mismas recetas liberales conducidas por el régimen de Bouteflika, en fin de reino, llevan al país hacia un impase a pesar de los recursos financieros sin precedentes. Desde 2004, Argelia, apoyada y sostenida por mejores ingresos generados por la exportación de hidrocarburos, ha iniciado un procedimiento de desendeudamiento, y la tasa de su deuda exterior bruta ha sido estimada en 2,4% del PIB en 2012. En octubre de 2012, Argelia prestó 5 mil millones de dólares al FMI. Así pues, no ha utilizado este ayuda financiera ni para mejorar la vida cotidiana de los Argelinos, ni para salir de la dependencia. Ha permitido únicamente el enriquecimiento de un estrato de burócratas y militares.

En Siria, el proceso revolucionario que viene de cumplir su tercer año es un verdadero movimiento popular y democrático que comenzó de manera pacífica haciendo un llamado a reformas. Pero, el régimen respondió por la violencia y una represión en todos los niveles (cerca de 100 000 muertos). La resistencia armada del pueblo sirio expresa el derecho que tiene a defenderse de la represión del régimen y ha permitido que continúe la resistencia popular. El imperialismo evita toda intervención militar para contribuir al hundimiento total del país y un agotamiento de la oposición que facilitarán su gestión de una transición que garantice sus intereses. La solidaridad regional e internacional, enredada en consideraciones geopolíticas y tácticas complejas haciendo olvidar los sufrimientos y las aspiraciones del pueblo sirio, es demasiado débil para garantizar un apoyo eficaz y real a los rebeldes.

Ninguna duda que hundimiento sangriento de la revolución siria pesa en la pérdida de aliento revolucionario en toda la región. 
Sin embargo, las resistencias sociales y las luchas de los pueblos en Túnez y en Egipto continúan. Así, los pueblos no dudan en volver a las calles en cuanto sus nuevos gobiernos toman medidas que no les satisfacen y ejercen de hecho un verdadero control popular. Pero, en cambio, carecen de proyectos políticos revolucionarios capaces de contrabalancear la fuerza de las organizaciones islamistas. La contra revolución islamista y el frente de oposición liberal que engloba igualmente a los defensores del antiguo régimen intenta ocultar la fuerza transformadora de estas revoluciones y de reducirlas a un simple respeto de la democracia formal, y evitar la continuidad de las movilizaciones sobre sus causas reales.

El partido de las fuerzas populares comienza a penas a cristalizarse y reste muy débil para poder cambiar la relación de fuerzas en su favor. El nacimiento en Túnez, del Frente Popular, a pesar de su heterogeneidad política, reforzará sin duda este campo para la defensa de los logros de la revolución y para reformas radicales que permitan una real satisfacción de los intereses de masas. La reunión mediterránea contra la deuda celebrada en Túnez (23-24 marzo de 2013) que reclamaba la anulación de la deuda y el FSM de Túnez (26-30 marzo de 2013) constituyeron igualmente, un potente apoyo. Las iniciativas contra la deuda odiosa contraída bajo las dictaduras comienzan también a emerger en Egipto.

Estas iniciativas ya son tomadas en cuenta por el CADTM, pero nos falta todavía a nivel de la región una coordinación eficaz que contribuya a su expansión y más en general al desarrollo de la solidaridad con los pueblos en lucha por la democracia y la justicia social.

Nuestra tarea inmediata es de mostrar perfectamente que, sin clara ruptura con el modelo económico neoliberal y la sumisión a las imposiciones del imperialismo, las aspiraciones populares a la democracia, la libertad, la dignidad y una mejor vida no podrán ser satisfechas. Y de combatir la espiral del endeudamiento en la que los IFI intentan de encorsetar a los nuevos regímenes en el poder.

Omar Aziki
17/05/2013

Traducción: Inés Hidalgo Châtelain

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