GUATEMALA: CRÓNICAS DEL GENOCIDIO # 3 Por Rodrigo Véliz Estrada - Centro de Medios Independientes 



 - ¿Cómo sabe usted que hubo guerra?
 - Porque la vivimos.
 - ¿Pero fue o no fue guerra? ¿Contra quiénes hacían la guerra los soldados?
 - Contra nosotros.
 - No, los soldados peleaban contra otro grupo armado, no sólo por pelear, ¿Contra quiénes fue la guerra?
 - Fue contra nosotros, contra la población.
 - ¿Pero quién hizo la guerra?
 - La hicieron los ejércitos, la hizo Ríos Montt. La hizo contra nosotros, no otro grupo, nosotros, la gente.

 Terminada esta última frase, Rodríguez Sánchez, visiblemente molesto, se quitó los audífonos y los tiró contra la mesa. El mismo camino tomaron sus lentes. Algunos miembros del público, familiares o simpatizantes del militar retirado, apresuradamente se le acercaron para calmarlo y recordarle que lo mejor era no mostrar frustración y enojo.

 La escena, en la que la defensa de Rodríguez Sánchez buscaba entorpecer el relato de una testigo, describe de alguna manera el peso en la balanza que ha tomado el debate oral en los últimos días. La presente fase consta de la presentación de relatos de parte de testigos, propuestos por el Ministerio Público (MP) y las partes querellantes, que vivieron las masacres ocurridas hace treinta años. Y en ella se ha visto el escaso margen de maniobra con la que ha contado la defensa para frenar o entorpecer los relatos que van presentando las víctimas.

 Por el lado del MP y las partes querellantes, la estrategia ha sido la enfocar sus preguntas en los puntos de soporte de pruebas que consideran esenciales para armar un argumento jurídico que dé peso a una futura sentencia. El énfasis, entonces, ha sido centrar los relatos en la descripción de las masacres en sí, en la destrucción parcial o total de los cultivos de maíz y en el robo de los animales propiedad de las familias que realizó el ejército, en la muerte de niños, ancianos y mujeres, en el desplazamiento forzoso a que se vieron sometidos, en la persecución y bombardeos mientras se encontraban refugiados “en la montaña”, en la manera como esta situación de precariedad extrema obligó a muchos a regresar a las comunidades e ingresar a las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), y cómo dentro de éstas eran obligados a controlar férreamente a su misma población, en muchos casos abusando de esta autoridad para hacerse de tierras y polarizar esos pequeños núcleos poblacionales.

 Los relatos han sido en su mayoría claros en resaltar estos aspectos, y ante esta relativa contundencia la defensa no ha tenido ninguna respuesta clara. Algo que puede parecer sumamente extraño, sobre todo si tomamos en cuenta el número de ceros que figura en los cheques, en el pago de servicios, a los abogados defensores. Hasta el momento, en esta fase al menos, estas abultadas cifras no han rendido fruto alguno.

 Muchas veces los abogados defensores simplemente no logran encontrar inconsistencias en el relato de los testigos, por lo que han buscado confundirlos con preguntas trilladas como ¿de qué color eran las botas de los soldados? ¿cuáles eran los colores exactos de los uniformes del ejército? Preguntas que generalmente son seguidas por objeciones de parte del MP, o de respuestas bastante claras de parte de los testigos. Y esto ha sido en el mejor de los casos. Han habido otros en donde simplemente parecería que no tienen idea de qué preguntar. Un ejemplo corto visto el miércoles pasado bastará.

 - (Abogado defensor) ¿Cuál es su nombre?
 - (MP) Objeción su señoría, el testigo lo refirió al inicio.
 - (Presidenta del Tribunal) A lugar la objeción. Siguiente pregunta.
 - (Abogado defensor) ¿En qué año nació?
 - (MP) Objeción su señoría, el testigo ya lo refirió en un principio.
 - (Presidenta del Tribunal) A lugar la objeción. Siguiente pregunta.
 - (Abogado defensor) No más preguntas.

 Así de pobre.

 Además de apostar por sus testigos y por los nuevos peritos presentados (pendientes aún de confirmación), parecería que su estrategia se centrará en frenar el proceso desde afuera del Tribunal, a través de otras instancias. Es un secreto a voces que este tipo de abogados no cobra sus servicios necesariamente por su capacidad de litigar. Su capacidad reside más en tener especiales e importantes contactos con altos Magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y la Corte de Constitucionalidad (CC), vitales al momento que se presentan amparos por supuestas irregularidades en el proceso que se está llevando. Ese es un terreno más cómodo para ellos, el terreno de los favores, de la corrupción, del entorpecer, procrastinar o anular los procesos jurídicos.

 Ya hemos referido en la primera crónica la manera como la defensa de Ríos Montt presentó una táctica en la hicieron que uno de sus abogados fuera expulsado por parte de la Presidenta del Tribunal, y cómo fueron explícitos en decir que impugnarían la medida para dejar sin efecto lo que allí siguiera. El jueves 21 ocurrió un hecho similar. Uno de los abogados de Rodríguez Sánchez, el histriónico y volátil Calderón, basándose en el artículo 205 del Código Penal, cuestionó la idoneidad de los testigos, ya que a su juicio todos habían sido “indoctrinados” para relatar los hechos de una manera que, a juicio del abogado, es demasiado uniforme. El alegato encontró otra objeción y la Presidenta del Tribunal lo declaró a lugar, no sin antes escuchar una nueva abusiva y grave réplica de parte del abogado que afirmó que se basarán en esto para impugnar una vez más el proceso.

 El panorama parece indicar que los acusados se encuentran dentro de una camisa de fuerzas, una en donde el horizonte parece un tanto oscuro. Por eso las demostraciones de fuerza que están intentando realizar desde afuera. Eso fue la llegada de los ex patrulleros el día del inicio del juicio, eso fue la protesta afuera del Palacio de la Justicia dos días después de parte de simpatizantes ixiles del Partido Patriota, que de paso profirieron insultos a los “guerrilleros” comunitarios que se acercaban al recinto, y más que todo eso será la gran convocatoria que están lanzando los veteranos militares para el lunes, en donde esperan presionar desde afuera, “desde las seis y media de la mañana hasta las seis de la tarde”, y protestar contra la supuesta venganza que se está realizando contra ellos.

 A exactos treinta años del golpe militar que lo llevó al poder, ahora Ríos Montt se encuentra en una posición un tanto diametralmente opuesta, en la silla de los acusados, presenciando cómo día a día se acerca la llegada de la sentencia final.

 Ningún cohetillo se escuchará conmemorando este infame aniversario. Por ahora no tienen qué celebrar.

 Centro de Medios Independientes CMI

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