ESPAÑA: Democracia es tener pelotas de goma. Una crónica de la madrugada en Madrid  Destacado  por Elena Cabrera 

Kaos en la Red
 26 de Septiembre de 2012 
  


 Ahora parece que la noche en Madrid trae la calma. Sopla el viento y llueve de cuando en cuando. Son las dos de la mañana. Algunos no queremos dormir y escribimos nuestras crónicas... 

Cuando vemos las cargas de los antidisturbios y escuchamos los disparos de sus escopetas de pelotas de goma por el streaming de alguien que sí puso su cuerpo allí, las estrategias nos parecen más sencillas. Cruzamos bambusers con tuits y google maps y sabemos qué calle tomar, dónde escondernos, desde dónde grabar. Es más, nos hacemos una idea bastante realista de lo que está pasando.

Pero colócate en Neptuno entre miles de personas, sin 3g, con una batería de móvil que se agota y una maraña de mensajes contradictorios lanzados sin contrastar por gente que va y viene. Súmale a eso diez, quince, veinte policías nacionales con su uniforme de antidisturbios: la visera del casco bajada, el escudo en alto, un chaleco sin número de placa, una mano agarrando la defensa, o las dos manos sujetando el arma. Crees que estás en un lugar seguro porque es la zona peatonal del Paseo del Prado. No importa. Se han puesto en formación. Están muy juntos. Y de golpe echan a correr hacia ti y ves las defensas zumbando en el aire, sales en estampida y sientes a otros que son como tú caer al suelo. No son disparos de pólvora pero impresionan igual. PUM PUM PUM. No sabes de dónde vienen, pero oyes las pelotas zumbar. Correr. Correr con miedo a que te pillen por detrás y con miedo a que te tropieces con alguien por delante. ¿Cómo te sientes?

Entonces la gente se para porque las avalanchas son, también, peligrosas. Encolerizadas, cientos de personas gritan a los antidisturbios “¡Policía asesina!” e “¡hijos de puta!”. Alguien les lanza una piedra y muchos abroncan al que creen que lo ha hecho: el único chico que se cubre la cara con una mascarilla. Este jura no ser él. La multitud ya no sabe. Un rato antes policías de paisano salían de una furgoneta y se mezclaban con la gente. Muchos los vieron iniciar actos violentos y ayudar luego a sus compañeros.

La Policía despeja Neptuno, empuja hacia Atocha y hacia Alfonso XII, subiendo por Fernando IV. En esa calle, delante del Museo del Prado, le atizan un mamporro por la espalda a un chico joven y le golpean la mochila y el costado. Nos enseña la espalda: tiene la porra marcada. “Lo siento arder”, dice. Apenas puede andar y le alejan del caos, los golpes y las carreras subiendo las escaleras del Museo, que parece un lugar seguro, una atalaya desde la que muchos ven el espectáculo. La chica que primero reacciona llama al Samur. “¿¿Qué?? Que dice el Samur que ellos no vienen, que hay que llevarle” [AUDIO]. Pero, de golpe, la mitad de los que hay allí salen —salimos— corriendo porque los policías amenazan con peinar también esta entrada al Museo. Y así sucede.

Un grupo sube hacia el Retiro y para el tráfico de la calle Alfonso XII deteniéndose en mitad de la vía. “¡Están pegando a la gente allí abajo”, gritan a los conductores. Entiendo la rabia y la defensión. A tres calles de Neptuno la vida parece que sigue indolente, ajena a los heridos y detenidos, ajena incluso a los diputados y las fuerzas de seguridad que los defienden. Por eso, supongo, colocan cubos de basura en mitad de la calzada. Un taxista, de golpe, acelera. El ruido del motor forzado y los neumáticos que gimen se escucha en toda la calle. Pero aún más ruido hacen los peatones que gritan y golpean el taxi mientras pasa.

Tras las cargas, el 70 por ciento de manifestantes se ha ido. Además, ha llegado el frío y la lluvia. Pero también han desaparecido muchos antidisturbios, que han bajado persiguiendo a la gente hasta Atocha, llegando incluso a las profundidades de la estación del metro y Cercanías.

Junto al Thyssen hay cientos de personas sentadas en el suelo. Algunos hablan con los policías. Otros, con los medios. Intereconomía lleva horas haciendo un directo. “¿Defiendes la línea editorial de tu cadena?” le gritan a la reportera desde abajo. “Es un trabajo”, contesta. Pero no llevan cubilete en el micrófono y no quieren decir para qué medio trabajan, hasta que alguien con su móvil pincha la señal del canal y descubre quién es el jefe de “la pelirroja”. Llegan los insultos sexistas, el 15M no ha calado tanto como para desprogramar el repertorio del insulto machista.

Aunque estés en el centro de la noticia, si no tienes 3g no te enteras de qué está pasando. ¿Hemos empezado el proceso constituyente?, ¿hemos llegado a deconstituir algo? La sentada pacífica canta las viejas consignas “lo llaman democracia y no lo es”, “de norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”, “podéis iros a casa, nosotros vigilamos” pero no se sabe nada de los argumentos. Como hay menos gente, Twitter empieza a funcionar en los que aún tienen batería. Hay una Asamblea en Sol. ¿En Sol?, ¿por qué en Sol y no aquí, junto al Congreso? No se sabe. “Pero dicen que mañana, a las siete, otra vez aquí”.

El 26S es jornada de lucha en muchos ámbitos y muchas ciudades. Es una de las escaladas del bloque unitario hacia la Huelga General, “contra la reforma laboral, los recortes y el pacto social”. Y, de hecho, hoy hay Huelga General en Euskadi. En Madrid, a las 11:30 hay una concentración frente al Ministerio de Sanidad. A las 13:00, frente al de Educación. Y a las 19:00, manifestación desde la plaza de Jacinto Benavente, pasando por Atocha y Neptuno. De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, como dice el lema, que bien podría ser un titular.

http://www.madriz.com/que-paso-25s-rodea-congreso/

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