Guatemala:

Visión feminista de Petén,La remilitarización del departamento es uno de los problemas que más afecta

Ana María Cofiño

El Períodico,4 de agosto 2012

Llegar a Petén después de años impacta fuertemente. Primero, por los centros comerciales en el área urbana, sobre todo uno construido a orillas del lago Petén Itzá, sin respeto por el entorno; y luego por la deforestación galopante que avanza más rápido que el bienestar ofrecido. A esto le llaman desarrollo.

 Conversando con mujeres de distintas comunidades, vimos que la re-militarización es uno de los problemas que más las afectan: “Hay muchos casos de secuestros de niñas y niños, asesinatos de campesinos, asaltos en transportes y calles, violencia sexual. La seguridad que supuestamente tendría que garantizar el Ejército con su presencia no se percibe”. Eso es más grave donde hubo masacres y hoy se pretende construir represas. La ribera del gran río Usumacinta es nuevamente territorio en disputa.

 En palabras de las compañeras: “La información sobre lo que sucede no fluye, los medios de comunicación –casi todos en manos de un dueño poderoso– no transmiten ni reflejan situaciones cotidianas que afectan a las mayorías. Sale lo que le conviene al sector político, a la misma elite de poder”. Reconocen la necesidad de comunicar, informar, discutir las problemáticas sociales, pero a veces se sienten impotentes ante los muros que las limitan.

 Agregan que con las nuevas autoridades “los espacios de participación política  se han estrechado más: alcaldes, integrantes de los concejos municipales y departamentales, personal de gobernación, están vinculados con narcotraficantes, poderes paralelos que impiden la movilización social. No les interesa resolver los problemas de las mujeres”.

 "En la zona fronteriza de La Libertad, por ser la ruta al norte, hay un problema de trata de personas, pero es parte de una red de tráfico de drogas y de armas. Aunque hay instituciones que deberían dar seguimiento y actuar, no hacen mayor cosa”, dicen con muestras de profunda preocupación.

 Inevitablemente llegamos al tema de la problemática que provocan los “proyectos de inversión para el desarrollo”, y nos dicen que la consulta que se hizo en Las Cruces no está siendo escuchada, que el Presidente vino y dijo que la hidroeléctrica va, “él ya lo traía decidido todo”. Así se cierra el diálogo y se instala la imposición. Una de ellas toma la palabra para decir: “el desarrollo no es construir infraestructura, sino brindar oportunidades, educación, trabajo y salud para las mujeres”.

 Conscientes de lo frustrante de la situación, hablamos de avances. La experiencia las ha fortalecido, hacen análisis integrales, cuentan con una voluntad inquebrantable y la fuerza que les da saber que están en lo justo: “Hemos trabajado propuestas y agendas de las mujeres, algunas participan en los consejos, en la casa se han atrevido a romper los círculos de violencia, cada vez hay más que estudian, aunque luego no encuentran dónde trabajar”. No importa qué tan adverso sea el contexto, siguen apostando por una vida digna. Reunidas en la selva, compartimos deseos y estrategias, convencidas que, a pesar de todo, estamos transformando el mundo.

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